Vivimos una era inquietante. Durante décadas las inquietudes del hombre fueron cambiando con los decenios y hemos pasado por el descubrimiento de nuevos continentes, el conocimiento de la forma del planeta (qué lejos se nos hace dudar de algo tan obvio hoy en día), las fronteras, el arte, el espacio exterior, las armas, la religión. El hombre se ha distraído con muchas cosas que han resultado cruciales en la evolución de la especie.
Pero ese es el problema. Se ha distraído. Hemos llegado a un punto de no retorno. Nos hemos olvidado de limpiar la casa donde vivimos, de reparar pequeñas grietas y sólo nos preocupamos de tener la caja fuerte bien llena, pero la nevera vacía.
Pero ese es el problema. Se ha distraído. Hemos llegado a un punto de no retorno. Nos hemos olvidado de limpiar la casa donde vivimos, de reparar pequeñas grietas y sólo nos preocupamos de tener la caja fuerte bien llena, pero la nevera vacía.
Se hace ya muy cansino hablar del deterioro del planeta, de ríos contaminados, de glaciares que se derriten, de selvas arrasadas, incendios, tormentas y huracanes o de accidentes nucleares. De un tiempo a esta parte jugamos a ser Dios intentando ir cada día un poquito más allá, pero no nos preocupamos de porqué ocurren. Nos limitamos a lamentarnos.
Reciclar basura es una buena medida, pero que nadie se piense que con eso basta. Tirar una bolsita de plástico en la playa no va a hacer que el cambio climático sea peor. Ni siquiera tirar 2 millones de bolsas de plástico en el bosque o en la playa. El problema de la contaminación es otro. El verdadero problema es el rumbo que ha tomado la industria. Los químicos que contiene cada producto, las fabricas, sus combustibles, el dinero...
El dinero es lo que manda, el dinero es lo que hace al mundo girar. El rumbo no cambiará y todo esto terminará mal. Tenemos margen, el suficiente como para no llegar a verlo con nuestros propios ojos, pero tan poco como para sufrir los primeros síntomas del deterioro, esos que ya sufrimos y que muchos no quieren ver (temperaturas extremas, solazo de Septiembre a Diciembre y lluvias durante todo Julio y Agosto o tornados en la península Ibérica). Las fábricas no van a cambiar nada, los gobiernos, presionados o untados, no harán nada. Nunca. Tan solo pedirnos con campañas más o menos agresivas que reciclemos basura para lavar conciencias. Como Tráfico que nos pide prudencia al volante pero ponen radares en zonas sin peligro y 'a cazar' incautos o despistados. El cambio empieza desde arriba y "arriba" lleva traje y corbata.En un futuro, nuestros nietos se extrañarán de un buen día soleado de 29ºC un 15 de Julio. Nada va a cambiar. Tan solo podemos esperar que en un futuro no lo adornemos con más mierda.
PD: Prefiero jugar a distorsionar lo que tengo delante con ayuda de un buen filtro de infrarrojos en mi cámara antes que verlo con mis propios ojos. Es mejor que el cambio sea cromático y no climático ¿verdad?.
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